Amarás al cine como a ti mismo

Bautizar a un blog con el nombre de «Sala de arte y ensayo» supone tanto como una confesión pública de la edad del autor. Se han de haber rebasado las cuatro décadas para guardar memoria de ellas. Nacieron el 12 de enero de 1967 por orden ministerial y la primera sala en acogerse a esa clasificación fue la del Cine Publi en Barcelona con Sueños de Igmar Bergman. Tenían que cumplir varios requisitos, proyectar las películas en versión original subtitulada, estar ubicadas en ciudades de más de 50.000 habitantes y tener un aforo máximo de 500 butacas, cifra exigua para una época de cines de amplia platea, club y anfiteatro. En su  creación se dieron la mano el aperturismo buscado por los tecnócratas del tardofranquismo y la inquietud cultural de aquellos que trataban de cambiar el signo de los tiempos. Durante la transición vivieron su época dorada, en esas salas de arte y ensayo se proyectaron ciclos de todos los cineastas que habían sido prohibidos durante la dictadura. «Arte y ensayo», pues, se convirtió en sinónimo de cine culto, no comercial, apto sólo para minorías, a la vez que para el público medio era sinónimo también de película aburrida e incomprensible. Fueron a la vez salas de culto (y adoradas por esnobs, todo hay que decirlo) y lugares marginales mirados con desconfianza y cierta sorna por muchos de los que entonces abarrotaban las salas comerciales (yo recuerdo sesiones en los cines de programa doble que tenían que ser vistas desde el pasillo porque el aforo se había rebasado).

¿Llamar «Sala de arte y ensayo» a un blog es también una declaración de intenciones? Si lo es, no cabe entenderla como el propósito de consagrarse sólo al cine de autor y el olvido del cine comercial. No, aquí se comentará todos aquellos filmes que hayan despertado mi atención y quiera dedicarles un comentario. Como reza el subtítulo, este es un espacio dedicado al cine y la digresión, «arte y ensayo» hay que entenderlo como la voluntad de hablar del séptimo arte y hacerlo desde mi perspectiva. «Arte y ensayo» hay que entenderlo también como un intento de expresar la memoria que guardo y la educación sentimental que he acumulado durante medio siglo ya. Este es, en suma, un espacio que se abre al mundo para el intercambio de experiencias estéticas con todos aquellos que amen el cine.

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